Le corbusier, arquitecto de los más influyentes del siglo XX, suele estar asociado con conceptos como funcionalismo, pureza de las formas, modernismo… Sin embargo, hay un aspecto de su obra que suele pasarse por alto pero al que ha dedicado gran pensamiento: el color. Le corbusier fue también un maestro del uso del color, utilizándolo como herramienta esencial para dar sentido y transformar los espacios arquitectónicos.
El color como parte de la experiencia espacial según Le Corbusier
Le Corbusier consideraba el color como un elemento esencial para la percepción del espacio. En su libro Policromía arquitectónica, afirmaba que el color tiene la doble capacidad de influir en la manera que experimentamos un entorno y en nuestras emociones. Los colores, que normalmente han sido tratados como simple adornos, son para Le Corbusier un lenguaje que interactúa con la luz, las proporciones y los materiales para crear ambientes.
En proyectos de Le Corbusier como la Villa Savoye y la Unidad Habitacional de Marsella, puede apreciarse el uso meticuloso y pensado de una paleta de de colores adaptadas hacia el contexto, las funciones del espacio y el impacto en las personas que lo habitan. En las obras de Le Corbusier puede apreciarse cómo acentúa ciertos elementos arquitectónicos y genera sensaciones de profundidad según las necesidades del diseño (como, por ejemplo, para hacer parecer las distancias mayores en espacios pequeños).
La paleta de colores Le Corbusier
En 1931, Le Corbusier desarrolló lo que llamó la «Clavi cromática». Una paleta de 43 colores basada en sus estudios sobre la relación entre la arquitectura, la naturaleza y las emociones humanas. Años más tarde, en 1959, amplió esta paleta para incluir 20 colores adicionales.
Los colores de la Clavi cromática fueron diseñados con la idea de:
- Establecer armonía: Cada tono podía combinarse con otros para generar composiciones agradables a la vista.
- Delimitar espacios: El color servía para dividir áreas funcionales o destacar zonas específicas.
- Provocar emociones: Le Corbusier creía que ciertos colores podían evocar tranquilidad, energía o introspección.
Colores como el «ocre rojizo», el «azul ultramar» o el «verde profundo» eran recurrentes en sus proyectos y tenían significados específicos dentro de su filosofía de diseño.
Ejemplos destacados de Le Corbusier
La Villa Savoye (1929-1931)
Aunque reconocida principalmente por sus líneas blancas y puras, Le Corbusier usó colores en los interiores para diferenciar funciones y crear contrastes que enriquecieran la experiencia de las personas en la villa.
La Capilla de Ronchamp (1950-1955)
El uso de vitrales de colores en pequeñas aberturas permitió que la luz natural tuviese un papel principal, llenando el espacio de espiritualidad y vida.
Unidad Habitacional de Marsella (1947-1952)
Este edificio icónico muestra una policromía en sus balcones que aporta ritmo, espacio y dinamismo a una fachada que es monótona y poco espaciosa.
Legado y relevancia actual de Le Corbusier
Hoy en día, el uso del color en arquitectura sigue inspirándose en las teorías y prácticas de Le Corbusier. Su enfoque sigue siendo una referencia para arquitectos y diseñadores que buscan integrar la funcionalidad y la estética en sus obras.
La importancia que Le Corbusier otorgó al color nos recuerda que la arquitectura no solo trata de estructuras, sino de todo lo que eso inspira, en nuestras emociones y confort. En un mundo que es cada vez más dominado por tonos neutros y minimalistas, el legado cromático de Le Corbusier invita a reflexionar y revalorizar el papel del color como un perfecto recurso expresivo y transformador de espacios.
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